Hace poco alguien compartió conmigo el modo en que vivía los cambios de ciclo a final de cada año. Me pareció tan bello y lleno de sentido que este año me gustaría incorporarlo en mi vida, compartiéndolo contigo.
Ello consiste en analizar y descubrir cuál ha sido el concepto o realidad que la vida te ha hecho integrar. También consiste en prender a gestionarlo a lo largo del año transcurrido. Y creo que esta manera de transitar nuestros ciclos baña de significado cada uno de nuestros días y momentos vividos. Gestionar esos apegos y desapegos.
Para mí este año ha supuesto un impulso y crecimiento en muchos aspectos. Me ha acompañado la pérdida, la decepción, la creatividad, la superación, el emprendimiento, la alegría, la amistad y mucho, mucho amor compartido.
Sin embargo, si he de elegir algo en particular con lo que he tenido que lidiar una y otra vez hasta aprender a integrarlo en mi vida, sin duda elijo el concepto de apegos y desapegos.
Considerando «el Apego» como un temazo que trataré en un futuro artículo con mayor profundidad, hoy me gustaría compartir contigo cómo yo lo concibo.
Creo que el apego es algo inherente al ser humano.
Somos seres sociales con una capacidad de amar ilimitada y no es raro que nos apeguemos a ciertos objetos, realidades o personas con las que establecemos determinados vínculos emocionales.
De alguna manera es natural apegarnos, pero siempre bajo una percepción de nosotros mismos como seres completos. Es decir, sin depender de aquello por lo que sentimos ese apego. Así podemos abrazarlo como algo que nos permite sentir un vínculo especial hacia algo importante en nuestra vida. En un momento concreto de esta, sin que ella y nuestra persona estén determinados y/ó definidos por aquello por lo que sentimos ese vínculo.
Os propongo que apreciemos el apego como un elemento natural de unión a partir del «dejar venir». Y el desapego como un elemento natural de desunión a partir del «dejar ir».
Creo que ambos giran en torno a un eje central: el amor por encima de todas las cosas. Y es aquí donde radica su belleza.
Comencé el año 2019 con una tarea importante encima de la mesa que iba a suponer trabajarme a fondo en este aspecto, y es curioso ver cómo al final de este mismo año se me plantea la misma tarea pero en versión reducida, dado el trabajo ya realizado previamente.
Creo que esta última labor encomendada por mi propia vida — la cual no puedo contemplar como nada diferente a una fuente de aprendizaje, experimentación y también disfrute en muchas ocasiones — se trata de un test que me ha brindado la oportunidad de poner en práctica lo aprendido, para poder por fin llamar ‘saber’ a algo que hasta el momento no dejaba de ser teoría.
Lo interpreto, pues, como un aviso para no olvidar que soy vulnerable, que todos lo somos y que no siendo esto ni bueno ni malo, se trata de una verdad tan neutra como la propia vida.
Extraordinario!!!
Muchas gracias! Me alegra que lo hayas disfrutado 😉